Este es un tema que a nadie le gusta tocar, y que en lo personal me parece un tema muy incómodo debido a todo lo que ocurre día con día en mi país. Soy mexicana y es muy triste ver la gran fuerza que han tomado este tipo de situaciones en México, así que les hablaré un poco desde mi perspectiva siendo mujer, y que solo por serlo mi vida está en peligro 24/7, en un país machista, en donde la víctima siempre tiene la culpa. La misma situación se da en otros países latinoamericanos como es el caso de Chile.
A pesar de que este año, la mayoría de las mujeres nos unimos e hicimos que sonara aún más fuerte la palabra feminismo en toda Latinoamérica, debido a la gran presión social que se les dio a los gobiernos pidiendo justicia por todas esas mujeres a las que les quitaron la vida, y ver como cada vez más y más mujeres se unían a esta lucha, era algo esperanzador.
Sin embargo, debido al Covid-19, se dictaminó una cuarentena, la cual se ha prolongado por muchos meses alrededor del mundo. Con el paso de los días, se comenzaron a notar problemáticas ya existentes que, al combinarlas con esta pandemia mundial, solo se incrementaron. A partir del mes de marzo, cuando comenzó el #QUÉDATEENCASA hubo 115 mil 614 llamadas al 911 en México, para reportar situaciones de violencia de pareja, familiar, violación y acoso sexual. En Chile, las llamadas al fono de ayuda 1455 se incrementaron hasta un 70% durante el mes de marzo debido a las mismas situaciones.
Ya sea en México o en Chile, la violencia machista es la misma, y hay pruebas claras de que durante este aislamiento social hubo un atemorizante incremento. Sin embargo, en estos dos países, con el paso de los meses de este aislamiento sanitario, hubo disminución en la tasa de denuncias, se redujo un 20% durante el mes de abril respecto al año 2019 en ese mismo periodo en Chile. En México, tan solo en el bimestre de marzo y abril, (los dos primeros meses de esta contingencia) , se denunciaron 34 mil 823 nuevos casos, casi 1 mil 500 más que los 33 mil 330 del mismo periodo, pero en el 2019. Sin embargo, los casos cayeron de 20 mil 232 registrados en marzo a 14 mil 591 en abril.
¿La disminución de denuncias significa que realmente bajó el nivel de violencia en estos dos países como nos lo ha hecho creer el gobierno?
No, la verdad es que debido a la cohabitación con los agresores se inhibe la denuncia, sumado a todo esto, la falta de empleo y la crisis económica que existe en este momento, además de la pérdida de redes de apoyo, hace sentir a la víctima esa sensación de soledad, y que a causa de esto puede llegar a normalizar estas situaciones, la víctima no denuncia y se crea esa impunidad hacia el abusador. Es por esto, que, al guiarnos solo por las cifras de denuncias, es una visión mediocre de la realidad de la situación.
Con estos datos podemos darnos cuenta de que el problema no esta en las calles solamente, tampoco en la hora, ni en la ropa que lleva puesta la víctima, la culpa es del abusador.
Y ahora es cuando casos como el de Antonia Barra y Ambar Cornejo, y muchos otros más que tuvieron lugar en Chile se vienen a nuestra mente, así como el caso de Fátima, una niña de solo 12 años y el de Ingrid Escamilla en México. Casos que conmocionaron al país entero y sin embargo los culpables no han recibido el castigo que merecen. No podemos seguir viviendo en una sociedad extremadamente machista y patriarcal en donde se sigue culpando a la víctima.
Debemos de entender que la violencia que hemos vivido las mujeres no se limita solo a unos cuantos días, me atrevo a decir que la mayoría, sino es que todas la hemos vivido desde niñas. Ya sean comentarios inapropiados dirigidos a nuestro cuerpo o miradas incómodas en las calles. Es por esto por lo que la violencia sexual ha sido normalizada, y aunque muchas víctimas sí llegan a hablarlo, muchas otras no se sienten cómodas al hacerlo y es totalmente entendible. Que no se hable de ella, no quiere decir que no exista. La violencia sigue ahí.
Hay 6 millones de casos de violencia al año que incluyen comentarios, insinuaciones sexuales, acciones para comercializar la sexualidad de una persona sin su consentimiento y violaciones de cualquier tipo. Y es muy triste que la mayoría de los casos de violencia sexual no lleguen a juicio y que el agresor se quede sin castigo, pero, nosotras como mujeres ¿qué podemos comenzar a hacer? Bueno, primero que nada, comenzar a darnos cuenta de que no es normal que nos toquen sin nuestro permiso, no es normal que te culpen si alguien te drogó para abusar de ti, no es normal que se te juzgue a ti por algo que te hicieron y en segunda tener cero tolerancia a cualquier tipo de agresión y comenzar a crear nuestros propios espacios seguros, ya sean con amigas o nuestras familiares. Lugares en donde nosotras nos sintamos seguras de contar nuestras experiencias y que no se nos señale con las típicas y absurdas preguntas “Pero ¿qué traías puesto?”, “Pero ¿tú que le dijiste?, “¿Qué estabas haciendo?”.
Y lo digo con todo mi corazón, tenemos que escucharnos, entendernos y apoyarnos porque no podemos seguir permitiendo impunidades. Hay que encontrar maneras de solucionarlo y de castigar este tipo de violencia.
Recuerda nunca quedarte callada y pedir ayuda siempre, la culpa jamás será tuya, ni del lugar donde estabas, mucho menos la hora ni la ropa que vistes, la culpa es del violador y del sistema patriarcal.