Nuestro motor de cambio
Este proyecto nació bajo la necesidad de crear una comunidad segura donde muchas mujeres pudiesen expresarse, aprender y sentirse acompañadas. La sororidad es la base de Valerosas y queremos que llegue a todos lados, que todas se puedan sentir acogidas y comiencen a aplicar este término en su vida y que así contagien a sus círculos cercanos para ir expandiendolo a todo el mundo.
Estamos enfrentando una realidad increíble, en todo el mundo se escucha fuerte: la revolución es con todas o no será. La sororidad es un acto político, que reconoce que somos más que servidoras y que mientras discutíamos por quién era más linda, sin darnos cuenta nos quitaban derechos y diezmaban nuestros cuerpos. Unirse es un acto político, porque juntas nuestras historias tejen un testamento: nunca fue nuestra culpa.
Nuestro papel en la sociedad actual
Quisimos ahondar un poco en el tema y conocer la opinión y experiencia de quienes más han estado trabajando en este proyecto. Comenzamos con nuestra editora en jefe, quien nos cuenta cómo es que apenas hace unos años comenzó a encontrar normalizado el término sororidad: “Me parece que esta palabra se puso muy de moda en estos últimos años, pero aún así no se usa lo suficiente. No recuerdo haberla escuchado normalmente a mi alrededor o en el vocabulario popular hasta entrados mis 23; tengo 27. Y ha sido un alivio pero también un constante proceso de reescribir todo lo que pensaba y cómo fuí educada no solo en mi casa, si no en la cultura que crecí.”
Y es que este término ha llegado a enseñarnos a todas, porque es real que actualmente muchas podemos decir que nos sentimos felices por los logros de nuestras amigas. “No puedo evitar esbozar una gran sonrisa. Sé lo que se están esforzando en sus estudios para sacar el título, y como lo dan todo en sus trabajos (donde no puede faltar el machito tóxico). Pienso en lo mucho que aprendo de ellas y cómo me levantan cuando la estoy pasando mal. Cómo pase lo que pase tengo un grupo de mujeres bacanes dándome la mano para que siga luchando. Pero no siempre fue así.” Así dice Patricia Mardones, nuestra asistente editorial y directora de marketing al preguntarle sobre las mujeres de su vida.
Nos hemos dado cuenta que la forma en la que nos educaron ha sido muy distinta y es por eso que no tenemos las mismas oportunidades o espacios que los hombres. “A las mujeres no nos educaron con valores como la amistad o compañerismo sino más bien en competencia entre nosotras. Crecimos en una sociedad que nos enseña a competir con la compañera, a ser la más bella, la más multifacética, la más cumplidora, a sobresalir y ser diferente, a no ser como todas las otras chicas y sobre todo ser la que gusta más. Siempre es enemiga la ex de tu pareja o la nueva que llegó al puesto que tú quieres, siempre, aún sin conocerlas.” Tal es la experiencia de Luisa, mientras que Patricia refuerza esta idea comentando que “crecimos en un ambiente que nos moldeó a complacer a otros antes que a nosotras, a los hombres y al hombre de nuestra vida. No nos podía gustar el mismo chico en el liceo, o se desataba una batalla campal sobre quién se lo merecía. Habían malos tratos y murmullos de pasillo destacando todos nuestros defectos, esos que le confesábamos a la almohada entre lágrimas. De repente nos dimos cuenta que ese chico jamás iba a darle importancia a lo que nosotras estábamos pasando, y que mientras nos tirábamos trapitos sucios, alguien más los ocupaba para sacarle brillo a su ego. Paramos en seco al entender que perdimos tanto tiempo compitiendo.”
La Sororidad como estilo de vida.
“Hoy la sororidad la llevo conmigo como bandera de lucha, porque sin importar nuestras diferencias, nadie más es capaz de entender lo que tenemos en común: el día que aún siendo niñas supimos que no podríamos ocupar más short con otros niños, cuando nos llegó ese chorro de sangre a gritarnos que seríamos las perfectas incubadoras, las heridas en los dedos de agarrar tan fuerte las llaves en el bolsillo caminando a paso rápido una cuadra antes de llegar a casa… La sororidad me ha permitido conocer mujeres increíbles, que unidas, no nos cansamos de celebrar nuestras victorias. Esas que todo el mundo insiste en minimizar.” Además, como dice Luisa: “La sororidad no se trata de que todas las mujeres nos caigamos bien o seamos perfectas, si no de acompañarnos porque crecimos en desventaja, se nos enseñó a preocuparnos y ocuparnos en cosas muy distintas y eso nos apartó, nos dejó atrás. La rivalidad solo por existir no es algo natural, es una conducta que sigue perpetuando el sistema patriarcal y para ello tenemos que cuidarnos entre nosotras en vez de cuidarnos de nosotras, y comenzar a tomar los espacios y libertades que nos pertenecen.”
“Pasamos mucho tiempo poniéndonos en segundo lugar, minimizando nuestros logros. Hoy tenemos una barra que vitorea por esa meta que cumpliste, y es bonito sentir que alguien más allá entiende lo que es vencer los miedos internos y años de dudas, y aprender a brillar.
Cuando la sororidad entra a tu vida, sientes un nuevo aire que te sostendrá siempre. Es un abrazo de hermana, que te reafirma lo que eres y de lo que eres capaz: que puedes levantarte esa mañana y conquistar el mundo si te lo propones. Un amor necesario, de contención y abrigo.” Esto comenta Patricia, quién ha crecido con la sororidad como parte natural de su vida desde muy joven. Muy distinta fue la constante competencia a la que Luisa se vio sometida durante su adolescencia, quien sin embargo cuenta que: “Con el tiempo he podido ver que esa competencia se queda solo en mi cabeza, pero muy dentro de mi siempre he sabido que no es real, necesario o que me ayude a mejorar o crecer. Así fue llegando la sororidad a mi vida, a liberarme de esos pensamientos, de siempre tener que ser mejor que la otra para ser alguien, para llamar la atención o sobresalir entre mis compañeras en una sociedad donde los hombres lo acaparan todo. Me di cuenta que esa competencia realmente era por eso, porque no se nos da la oportunidad a todas, pero esa no es culpa de mis compañeras y es por fin que luchando entre todas es que hemos podido lograr algunos cambios.”
Por eso es tan valioso unirnos, crear espacios o experiencias juntas, buscar formas de colaborar y realmente tomar la decisión política de ser sorora, de luchar juntas ante lo que nos ha oprimido y tenido en desventaja por tantos años. Debemos dejar de perder el tiempo en una competencia que solo nos ha quitado oportunidades y probablemente, grandes amigas. Estamos unidas hoy y no vamos a soltarnos.
One thought on “Que la sororidad nos mantenga unidas”
Me encanta que este sea uno de los primeros post, creo que la sororidad al ser aplicada en la vida diaria da un pie para sentirnos confiadas y empezar a amarnos a nosotras más, ya que al sentirnos en entornos seguros nos podemos mostrar como somos sin miedo a que nos juzguen