Así me encontré con esta revolución
Después de haber estado jugando con mis dedos sobre el teclado y caer en el cliché de iniciar varias veces esta página frente al monitor como en una típica escena de película, aunque aquí no arranqué muchas hojas de papel que lancé al bote de basura hechas pequeñas bolitas, heme aquí por fin con una idea que compartir, y no es que me diera pena o que no encontrara las palabras, a decir verdad, soy muy expresiva y me encanta decir lo que pienso, solo que no estaba segura de como empezar, pero ahora sí. Les contaré un poco de mi antes entrar en detalles del por qué esta vez me fue un poco más difícil escribir.
¿Dónde empezó este viaje de amor propio?
Durante mi desarrollo siempre fui la niña gordita del salón, pero contrario a lo típico, jamás me sentí insegura, todo lo contrario. Claro está que en ese momento mis prioridades eran el cuadro de honor del colegio y hasta ahí. Pasaron los años y llegó la adolescencia y para sorpresa de muchos tuve bastantes novios (¡ups!, mamá y esposo no lean esto), siempre he creído que mi seguridad jugó un papel muy importante en eso. Cuando estaba a mitad de la preparatoria comencé una relación bastante tóxica en la cual me enfrasque muchos años. Y pensarán, ¿qué tiene que ver todo esto con el amor propio?
Pues les diré; después de haber estado locamente enamorada y soportar incontables infidelidades, muchas veces me pregunté a mí misma por qué toleraba todo eso y fue entonces que descubrí esta terrible enemiga llamada inseguridad, comencé a sentir y convencerme que eso era lo que “me tocaba” vivir, que no podía aspirar a nada más y que no podía echar por la borda tantos años junto a alguien que se fijó en mí.
Un día me desperté y de la nada llegó una pregunta a mi cabeza: “¿Realmente quiero esto para toda la vida?” Y la respuesta fue un rotundo NO. Por fin después de tanto tiempo tenía claro algo. Ese día después de mucho tiempo por fin decidimos separarnos y aunque parecía un mutuo acuerdo y que terminaríamos por la paz sus últimas palabras me marcaron para bien y para mal.
“Yo compartí muchos años contigo, a pesar de que todos me cuestionaron el por qué tenía una novia gordita”
Espera… ¡¿Qué?!, ¿Tenía que sentirme agradecida por eso?, ¡Claro qué no!
Ahí fue donde empezó mi viaje por el amor propio, después de ese día les puedo decir se vinieron años increíbles para mí, me sentí liberada. Mi emprendimiento despegó enormemente, me adentré al deporte, conocí a muchas personas, salí con quien se me dio la gana y me despreocupe de encontrar un amor a la medida. Me amaba muchísimo y me sentía completa.
Pasaron dos años y mi estado era de plenitud total, de verdad creo que no podía estar más feliz y contenta con lo que era. Pasado el tiempo la ley de la atracción hizo lo suyo trayendo a mi vida al hombre al que hoy llamo esposo y aunque no estamos aquí para hablar de nuestras parejas, quise compartir este primer texto con ustedes de esta manera para decirles que el amor siempre comienza en uno mismo. Porque el amor no es una cura, es una complicidad, un sentimiento que se construye y trabaja día a día y que como en alguna vez lo leí en una frase trillada de internet: “No somos capaces de dar lo que no tenemos”.
Tu prioridad siempre tienes que ser tú, pregúntate hoy que es lo que te hace feliz y que estás haciendo para conseguirlo.