Ya hace tiempo venía impregnándome del amor propio, hoy conocido como body positive. Mi tesis universitaria tuvo relación con esto y en mi trabajo realicé una que otra cosa que también lo involucraba. Si bien en ese entonces no aceptaba mi cuerpo al cien por ciento, puedo admitir que me sentía relativamente bien. Ver que muchas chicas comenzaron a mostrarse tal y como eran me ayudó a hacerlo también. Fue así como dije “ok” si quiero ser body positive tengo que preocuparme por mí, estar bien por dentro y por fuera. Esto traía consigo un drástico cambio de vida, que por cierto nunca asimilé hasta el día de hoy.
Lo primero fue asistir a una serie de especialistas para comenzar un proceso saludable. La cosa era simple: tenía que bajar de peso y comenzar a hacer ejercicio… sí, simple (digo ahora).
La verdad es que fue un camino un tanto tortuoso, pero a la vez lleno de aprendizajes. Antes, durante y ahora he estado sometida a la opinión del resto. Familiares, conocidos o amigos usualmente han opinado sobre mi cuerpo, lo que honestamente me dolía bastante pero ya mucho menos. Hoy escucho esos comentarios con cierta nostalgia, me hacen reflexionar mucho sobre lo que era o lo que soy… ¿sigo siendo la misma? Me pregunto qué cambió en mí, pues pareciera que tiene que ver más con el físico o al menos así me lo da a entender la gente. Ahora que adelgacé me dicen que me veo más linda, radiante y despampanante. Esto en ocasiones me hace sentir que estaba mal en el pasado, que algo en mi estaba podrido. Como si esos kilos de más taparan lo que soy, mi esencia… la que nadie podía ver por ser gorda, más bien gordita como dicen muchos.
Cuando comencé con esto integre la actividad física a mi vida y también decidí comer más saludable y ser más ordenada respecto a ello. Lo terrible de este proceso no fue dejar de comer ciertas cosas “chatarra” por ejemplo, sino lo que debía escuchar por ahora comer sano. Sí, de nuevo el mismo discurso. Creo que estoy lejos de entender por qué se fijaban tanto en lo que comía o no, esa mirada crítica que me hacía dudar del camino recorrido, ese prejuicio:
“mira, una gorda comiendo ensaladas, que curioso”
El tiempo pasó volando en este aspecto, pero lo que no fue así fue el proceso interno que viví. Muchas veces lloré comiendo o ejercitándome, sentía frustración, no me explicaba en algunas ocasiones por qué lo estaba haciendo… ¿Era por un capricho? ¿Por los demás? ¿Realmente por mi salud?
Todas estas interrogantes me hicieron cuestionarme cómo estaba haciendo las cosas, y no les voy a mentir: caí y muy fuerte. Mediante terapia sicológica pude sobrevivir a uno de los bajones más grandes que he vivido en mi vida. Y ahora aquí estoy con 20 kilos menos pero con una tremenda carga. Sé que dije en mis redes sociales enfáticamente que me había sacado un peso de encima pero ahora lo que sucede es que llegan todos esos miedos ligados al qué dirán.
“Ya, pero estay regia. No subas eso sí, mantente”, me dijo alguien por ahí. “¡Uy! Cuenta el secreto galla, antes cuando venías eras ‘así’ (adjunte expresión con las manos señalando que antes era más gorda)”, me comentó una señora…
Ahora me siento con mucho miedo, ese insólito miedo a subir de peso… ¿qué ridículo no? No puedo creer como la opinión de los demás nos condiciona e incluso nos causan daños irreparables. Creí en esa falsa promesa de la publicidad, y la sociedad, de que siendo “flaca” todo es más fácil y lindo. De seguro piensas ¿y quién te dijo eso? Nadie en concreto.
Sé que todo suena muy terrible, y la verdad es que puede que así haya sido (o esté siendo para mí), pero así como destacó lo malo, también es válido resaltar lo bueno. ¿Me siento más segura? Sí… ¿Siento que tengo el control de mi vida? Sí…. ¿Logré conocerme más y aprendí mis límites? Así es… Y sigo aprendiendo cosas a medida que pasa el tiempo.
El camino hacia el amor propio no es fácil. La cosa es que del dicho, compartir frases lindas en redes sociales, predicar como si fuera religión, logremos finalmente llevarlo a la práctica. Poner a prueba esos ideales, ese cariño que sentimos hacia nosotras mismas, dar pequeños pasos que nos ayuden a confiar en nuestras habilidades. Si te cuesta reconocer las cosas que te impiden amarte y sentirte feliz de quien eres, debes comenzar a auto descubrirte. Hazte preguntas, el amor propio puede hacerse presente en muchos aspectos. Para mí era usar bikini o un crop top, quizás para ti es subir fotos en redes sociales… quién sabe… ¡solo tú lo sabes!
Mi reflexión es que debemos ser capaces de reconocer aquellas conductas propias que nos tiran para abajo: el autosabotaje. Si bien el amor propio está condicionado por un sinfín de factores externos, es certero afirmar que solo depende de ti y de nadie más. ¡Pon manos a la obra!