No todos los cuerpos plus size son iguales
Cada vez que me preguntan si pienso que los estereotipos han sido derrumbados por toda esta ola body positive, me encantaría poder decir que si, pero la realidad es otra. Aún queda muchísimo trabajo e información que compartir, para poder reconocer realmente a aquellas personas precursoras del movimiento, y no solo a esas que se enganchan del hashtag para estar “a la moda”.
Plus size se volvió igual a curvas sensuales
Siento susto cada vez que en las distintas redes sociales nos presentan una chica, súper curvilínea, sexy y con una desnudez retocada por programas de edición para vendernos a una mujer plus size o curvy que sea más “apta para el consumidor”. Lo siento, no puedo identificarme al 100% con eso por más títulos “body positive”que le coloquen. Y es que, por lo menos en Latinoamérica, romper el paradigma de “belleza” asociado a lo sexual o sensual ha sido definitivamente un hueso duro de roer y que va de la mano con una sociedad machista, donde la celulitis, las estrías, cicatrices, formas y tamaños pueden ofender a las pupilas del colectivo. Y ojo, que no hablo de lo que cada mujer decide ser, si no de lo que los medios han decidido vendernos bajo el concepto de esta nueva inclusión.
Recordemos que el body positive es un movimiento de aceptación y visibilización que busca romper con paradigmas, no solo relacionados a la talla, si no con todas aquellas características socialmente no incluidas o mal vistas, como la extrema delgadez, el tipo de cabello, color de piel, arrugas, vello corporal, flacidez, discapacidades, etc. Esta lista puede ser interminable. Paradójicamente, estas características rechazadas son las que además de hacernos diversos, nos entregan un valor de autenticidad (además de una carga genética importante) y también son parte de distintos ciclos de nuestro cuerpo, por lo que se dan de manera natural.
El rubro de la moda y entretenimiento, en su eterno afán de mantener el status quo diseñado por ellos mismos y de acuerdo a sus necesidades, juegan con la autoestima y la psiquis humana (sobre todo en las mujeres), creando la necesidad de compararnos o parecernos a aquello que vemos en pasarelas o en la publicidad. Pero ¿qué pasa cuando no nos identificamos con eso? Cuando en búsqueda de lo inclusivo se repite el patrón de un cuerpo o una imagen que define lo que es correcto.
Debemos aprender a conocernos, a escuchar nuestro cuerpo, reconocer que nuestra apariencia es parte de lo nos conecta no solo con nosotras mismas, si no con nuestra historia, vivencias y luchas (mas allá de ir contra el estereotipo). A partir de ahí, trabajando individual y colectivamente, podemos hablar de la construcción del amor propio y ruptura del estereotipo, para mostrarnos como queramos en cualquier faceta de nuestra vida.