La transformación del cuerpo
El cuerpo cambia y es inevitable, y es que desde que somos niños, vamos creciendo y nuestro cuerpo se va transformando. Mi cuerpo, así como el de todos, ha tenido diferentes cambios. Desde que tengo uso de razón fui de talla baja, siempre medí menos que mis otras compañeras y compañeros, era la chiquita y la primera de la fila. ¿Te has fijado que siempre tienes que caer en un modelo? Por ejemplo, yo, era más chica de tamaño que lo que debía ser según mi edad, según las estadísticas yo tenía que ser más alta. Por lo que me tuvieron que hacer hasta estudios de hormona de crecimiento para saber si no tenía un problema mayor que no me permitiera crecer. Resultó que soy chica no por un problema de hormona de crecimiento, si no por que así soy.
Al cumplir 15 años, aún no tenía caderas, mi busto no se había desarrollado, era muy delgada, de hecho, recuerdo haber sido talla cero del pantalón, no sabía ni siquiera que existía esa talla, pero esa talla era yo, un cero. Yo, en ese entonces anhelaba desarrollarme, tener caderas y busto, así como mis compañeras, pero pasaron varios años para que esto pasara. Al cumplir 18 años y terminar la preparatoria, me fui a estudiar inglés a un pueblo pequeño de Inglaterra llamado Bournemouth, era un pueblo inglés hermoso, que además tenía playa, así que todos los días íbamos a la playa después de las clases de inglés, en esa época recuerdo haber estado conforme con mi cuerpo, no me preocupaba ni tener más curvas, ni ser más delgada, fue una época donde aceptaba y quería mi cuerpo tal y como era.
Ese tiempo (6 meses) fuera de mi país de origen que es México, cambió mi alimentación, y por lo tanto subí de peso, y mis caderas y busto crecieron. Al regresar a México, mi cuerpo había tenido su primer gran transformación. Pero aquí pasa algo extraño, así como anhelaba tener curvas, después me complicaban esos rollitos que vinieron con las curvas. Y me pregunto ¿Por qué nunca estaba conforme con mi cuerpo? Supongo que son los famosos estereotipos sociales, y es que cuando uno no tiene la madurez, y tampoco tiene la aceptación de su cuerpo, estos estereotipos influyen. Después de varios años logré aceptarme y quererme con ese nuevo cuerpo que tenía y que alguna vez anhelé.
El cambio es inevitable
Mi segunda gran transformación fue cuando cambié nuevamente de país. Hace 8 años me vine a vivir a Chile, y en este país se come mucho pan y hay muchos asados así que nuevamente subí de peso. Aquí llegó a convertirse en un problema para mi, sobre todo cuando mi novio me pidió matrimonio y yo quería estar delgada para mi boda, así que decidí hacer dieta y ejercicio y debo decir que en ese momento tuve el cuerpo con el que más cómoda me he sentido. ¡Qué importante es sentirse bien con tu cuerpo! Te pones la ropa y te gusta como te queda, te pones un traje de baño y te gusta como te ves y no te da vergüenza mostrarlo. Qué importante es aceptar tu cuerpo con sus virtudes y defectos.
Mi última gran transformación fue hace 1 año, cuando mi marido y yo decidimos ser papás y me embaracé. Este sin duda ha sido la transformación más grande que he vivido en mi cuerpo. Y es que uno cambia no solo físicamente sino mentalmente. Mes con mes, fui obviamente, subiendo de peso, y mi vientre fue creciendo, debo decir que me gustaba como me veía embarazada, sabía que ese crecimiento de vientre venía acompañado del crecimiento de mi bebé, así que no me importaba estar subiendo de peso, al contrario, disfruté cada cambio, cada instante. Creo que nunca me había sentido tan orgullosa de mi panza como fue en mi embarazo, me tomaba fotos, mostraba mi vientre crecido a todo el mundo, me sentía bien, mi bebé estaba creciendo dentro de mí, habían dos corazones latiendo en un mismo cuerpo: ¡el mío! Qué grande y maravilloso es el cuerpo de la mujer que puede gestar a un bebé dentro suyo.
Ahora que tengo a mi bebé me quedé con un cuerpo extraño, un cuerpo que me ha costado aceptar, pues me quedó una pancita incómoda con estrías, pero después pienso, este es mi nuevo cuerpo después de ser mamá, así que en eso estoy, en reconocer este nuevo cuerpo con marcas que debo aprender a querer y a aceptar, pues son la marca de lo más maravilloso que he tenido en la vida: mi hijo.